Ha finalizado la cena de Nochevieja y ya es Año Nuevo. Han pasado las famosas 12 uvas y las comidas y cenas tan habituales en estas fiestas, en muchas ocasiones, con exceso de comida y, por tanto, un incremento de peso con respecto al inicio de las vacaciones. Llegado este momento, la mayoría establecemos nuestros propósitos para el nuevo año, y uno de los más recurrentes es el de "ponerme a dieta" para "quitarme esos kilos de más que he cogido en Navidad".
El propósito siempre es el mismo pero pronto nos damos cuenta de que lo difícil es cumplirlo, ¿por qué?. Lo primero que debe venirnos a nuestra mente es: ¿de verdad estoy dispuesto a ello?, ¿por qué lo quiero hacer?, ¿merecerá la pena?. Las respuestas a todas estas preguntas son claras y concisas: uno mismo es el que mejor se conoce y, por tanto, sabe de la fuerza de voluntad que tiene para afrontar nuevos retos. Nosotros mismos somos nuestro propio motor de cambio. La realidad es que una correcta gestión del cambio es la mejor y más efectiva forma de modificar un estilo de vida, pero esta gestión ha de ser pausada, pautada y adaptada a nuestras necesidades concretas, con un objetivo marcado, nunca de forma cortoplacista, sino a medio-largo plazo y con la premisa del mantenimiento del mismo a lo largo del tiempo.
Por otra parte, si decido que quiero comenzar de verdad, debo pensar si quiero desarrollar un cambio únicamente en mi forma de comer o extrapolar dicho cambio a mi estilo de vida. Si no fuera así, sería una dieta más de tantas que muchas personas realizan y, además de abandonarla, no proporciona los frutos deseados porque, vuelvo a repetir hasta la extenuación si fuera preciso que, los milagros y menos en forma de dieta-milagro, no existen. Y, recuerda, cualquier promesa de pérdida de peso rápida y sin consecuencias para nuestra salud, además de ser un fraude, constituye un peligro.
Por último, ¡claro que merecerá la pena hacerlo!. Si somos capaces de comprender este cambio en nuestro estilo de vida, nuestros esfuerzos, se verán recompensados porque conseguiremos, SÍ, conseguiremos, mantener el peso perdido a lo largo del tiempo. Y éste, y ningún otro, debería ser el propósito a la hora de realizar un plan de adelgazamiento: aprender a alimentarse es como montar en bicicleta o nadar, si nos lo proponemos, podemos hacerlo a cualquier edad, y eso que aprendamos, es un material que tendremos en nuestro cerebro para toda la vida, una serie de herramientas a las que podremos acudir siempre y cuando consideremos que no hemos hecho las cosas bien a la hora de alimentarnos.
Por tanto, ¿estás dispuesto a cambiar?. Si la respuesta es afirmativa, hay que ser consciente de que para perder esos kilos de más hay que cambiar muchas cosas en nuestra alimentación y en nuestro estilo de vida. En este sentido, recordemos una magnífica e ilustrativa frase de Albert Einstein: "si buscas resultados diferentes no hagas siempre lo mismo".
En consecuencia, pídele consejo a un profesional Dietista-Nutricionista, que te ayude a afrontar el cambio de hábitos alimenticios y de estilo de vida que necesitas para realizar un programa de pérdida de peso enfocado a una mejora efectiva de tu salud, analizando y supervisando lo que estás haciendo, porque el riesgo para nuestra salud es algo muy real y del que no todo el mundo es consciente.
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